....:::: Lago Amatista ::::.... - By SkY LighT
Esa niña, la he visto antes. Su vestido blanco,y el color de sus ojos... son inolvidables.
Recuerdo como reía, aun en los días mas tormentosos, mientras todos lloraban y corrían, ella solo reía y bailaba. Que infinita alegría producía verla danzar inmersa en esa tempestad, que a su lado, solo parecía una llovizna de verano.
Recuerdo también su cantar de niña, hermosas melodías la acompañaban juego tras juego, porque claro, era una niña y sólo jugaba; sus caminatas que la llevaban siempre hacía el mismo destino, ese pequeño lago vestido de amatista cristalino donde la vida misma parecía renacer; las noches en las que escapaba de su habitación para saludar a su única amiga, esa estrella brillante que parecía responderle con destellos.
Pero sus ojos, estos sí salían de todo entendimiento. Un violeta tan cristalino como el lago amatista, tan puro como el cielo en primavera y a veces, solo a veces, tristes como el otoño.
Nunca comprendí su tristeza, nunca hablaba, nunca se acercaba demaciado, nunca nada.
Allí estás ahora, sentada a orillas del mar, sola como siempre. ¿Por qué no me déjas ayudarte? Si doy un paso mas, de seguro escaparás. Entiéndeme, no es que sólo desee entenderte, lo necesito. Verte llorar de esa manera está matándome también... y ni siquiera sé tu nombre.
Sé que eres un alma libre, no tengo deseos de aprisionarte, pero no tienes por qué volar tan sola, no sigas sufriendo así.
Hace más de diez años que trato de acercarme a ti, de saber tu nombre, de donde eres realmente, si podré reconocer el violeta de tus ojos cuando la perfección de tu mundo ya no sea suficiente. ¿Me dejarás reconocerte? ¿Me dirás esa palabra que, hace un tiempo, escribiste a orillas del lago?
Perdóname otra vez, pero debo avanzar, daré ese paso que te desvanece. Entiende que no puedo vivir aquí, debo despertar. Espero encontrarte riendo mañana en la noche.
Recuerdo como reía, aun en los días mas tormentosos, mientras todos lloraban y corrían, ella solo reía y bailaba. Que infinita alegría producía verla danzar inmersa en esa tempestad, que a su lado, solo parecía una llovizna de verano.
Recuerdo también su cantar de niña, hermosas melodías la acompañaban juego tras juego, porque claro, era una niña y sólo jugaba; sus caminatas que la llevaban siempre hacía el mismo destino, ese pequeño lago vestido de amatista cristalino donde la vida misma parecía renacer; las noches en las que escapaba de su habitación para saludar a su única amiga, esa estrella brillante que parecía responderle con destellos.
Pero sus ojos, estos sí salían de todo entendimiento. Un violeta tan cristalino como el lago amatista, tan puro como el cielo en primavera y a veces, solo a veces, tristes como el otoño.
Nunca comprendí su tristeza, nunca hablaba, nunca se acercaba demaciado, nunca nada.
Allí estás ahora, sentada a orillas del mar, sola como siempre. ¿Por qué no me déjas ayudarte? Si doy un paso mas, de seguro escaparás. Entiéndeme, no es que sólo desee entenderte, lo necesito. Verte llorar de esa manera está matándome también... y ni siquiera sé tu nombre.
Sé que eres un alma libre, no tengo deseos de aprisionarte, pero no tienes por qué volar tan sola, no sigas sufriendo así.
Hace más de diez años que trato de acercarme a ti, de saber tu nombre, de donde eres realmente, si podré reconocer el violeta de tus ojos cuando la perfección de tu mundo ya no sea suficiente. ¿Me dejarás reconocerte? ¿Me dirás esa palabra que, hace un tiempo, escribiste a orillas del lago?
Perdóname otra vez, pero debo avanzar, daré ese paso que te desvanece. Entiende que no puedo vivir aquí, debo despertar. Espero encontrarte riendo mañana en la noche.
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